miércoles, 8 de abril de 2009

MAREA ROJA EN GUANACASTE



Por Freddy Pacheco
Catedrático UNA
frepaleon@gmail.com


Empezamos señalando que jamás se podría atribuir su causa a supuestos contaminantes provenientes del desarrollo urbano costero, pues ni en otros países, y mucho menos en Costa Rica, científicos responsables se han atrevido siquiera a afirmar tal cosa. Lo que sí parece favorecer una marea roja es la presencia de agroquímicos cerca de ciertas desembocaduras de ríos, principalmente.


Pero lo cierto es que no se ha demostrado, en lugares mejor estudiados como las regiones costeras del golfo de México, que las mareas rojas tuvieren origen humano. Por el contrario, se reconoce su origen natural, causadas por numerosas especies de fitoplancton (organismos fotosintéticos microscópicos) productores de neurotoxinas capaces de provocar la muerte de algunos animales. En situaciones en que estos microorganismos se reproducen hasta alcanzar poblaciones de tamaños impensables, principalmente en aguas tropicales y subtropicales ricas en nutrientes bajo ciertas condiciones climáticas, es cuando se produce el desequilibrio ecológico con sus consecuencias.


Tales afloramientos de micro algas, incluyendo al medio centenar de dinoflagelados productores de toxinas (dentro de más de 2000 especies conocidas) generalmente se presentan en sitios donde las aguas están más quietas por la ausencia de corrientes, lo cual contribuye también a que se acumulen organismos en descomposición que demandan consumo excesivo de oxígeno. Con ello, muchos animales no solo podrían morir por el efecto de las toxinas sino también por asfixia.


Asimismo hay en tomar en consideración que en algunos casos las toxinas son de tal potencia que los animales marinos mueren casi instantáneamente al penetrar el tóxico por sus agallas, por lo que análisis de los organismos muertos (como se ha anunciado se estaría dando en nuestro país) muchas veces no permitirá detectar las bajas concentraciones del mismo. En estos casos, se recomienda buscar la toxina en peces vivos quizá más resistentes donde el efecto de la toxina no hubiere sido tan fulminante y se encontrare en mayores concentraciones.


La duración de la marea puede incluso ser de varias semanas, por lo que habrá que reactivar los mecanismos tempranos de su detección para contar con respuestas preventivas más oportunas, y así disminuir los daños potenciales.


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Foto tomada de La Nacion: http://www.nacion.com/ln_ee/2009/abril/08/pais1930889.html

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