lunes, 25 de enero de 2016

¿Uber o no Uber?: ¡Esa es la cuestión! 

Lejos estaban de pensar en los entuertos legales costarricenses, el canadiense Garret M. Camp o el californiano Travis Kalanik, cuando durante una tormenta de invierno del 2008 en París, se preguntaron cómo hacer para llegar a su encuentro de Jornadas Tecnológicas, al no encontrar un taxi. 
El frío no congeló sus cerebros, ya de por sí acostumbrados a la tecnología, al contrario, la luz de París les iluminaría para lo que en marzo del 2009 y con una inversión de unos 250 millones de dólares y lejos de la nieve, fundaran lo que hoy conocemos como el servicio Uber. 
Con tan solo dos carros inician su Plan Piloto, justo en Nueva York, una ciudad complicada para el tránsito. Tras estos experimentos, es en junio del 2010, cuando el proyecto vio la luz y nace como Uber Cab, precisamente en la ciudad natal de uno de sus creadores, en San Francisco, California. 
Hoy, es una empresa valorada en más de 50.000 millones de dólares, con operación en pequeños y grandes países, el último de ellos el gigante China. 

Economía de Mercado: 
Costa Rica, su más reciente apuesta, enfrenta hoy la lucha que en cada país han pasado. Se podría decir que Uber ya pasó por donde asustan y si hay algo cierto es que de ningún lado se han ido. Legalmente como en México, o en California y Miami, en Estados Unidos, entre otros; o alejados de las regulaciones estatales como en nuestro país. 
Lo cierto es que más allá del tema de legalidad - un tema que no toco en este capítulo - Uber se convirtió en una nueva forma de vida para cientos de costarricenses, y una solución al sub empleo, el desempleo y sobre todo la puesta en marcha de una economía activa. 
Los ingresos, nada despreciables, de los llamados “choferes de Uber”, son transversales al resto de la comunidad. Es una cadena en la que aquellos que estaban sin trabajo, pero con posibilidad de alquilar, pedir prestado, arrendar o comprar un vehículo con ciertos requisitos, encontraron la solución para dejar atrás la estrechez de ingresos y gastos, lograr superar el punto de equilibrio, y gozar de mejores condiciones de vida, para ellos y sus familias. 
Esa misma cadena se extiende ahora, desde los grandes supermercados, hasta el pulpero de la esquina, el mini súper, el chino, las ferias del agricultor, o bien los almacenes, los trabajos de carpinteros, pintores de casas y carros, mecánicos, ebanistas, costureras, las aseguradoras y cualquier otro tipo de mano de obra, se ven beneficiados con nuevos y mejores ingresos de los primeros. 
En otras palabras, inyectar dinero fresco a la economía local y nacional, ni se diga de una mayor y mejor importación de autos y su venta, lo que deja jugosos dividendos al país, tras el pago de los ya sabidos onerosos impuestos de importación y ventas. 

Diferenciación del Servicio: 
Sin menosprecio de algunos taxistas que saben que su primera obligación es el servicio al cliente y lo hacen muy bien, la verdad es que la generalidad del pueblo tiene una percepción de que el objetivo se ha olvidado en la “Fuerza Roja” y de ahí el éxito de Uber. 
Mejores unidades, (vehículos del 2008 al 2016 incluso), el servicio de a bordo –como dirían los pilotos - , rutas por medio de tecnología, tarifas en la mayor parte de los casos al 30 o 40 por ciento del costo del taxi, siempre un detalle: un rostro amigable, bien presentado, un buenos días, buenas tardes, un Bienvenido, abrir la puerta, ofrecer agua o simplemente un dulce, ofrecer la posibilidad de ir por la ruta que el cliente escoja, poner el aire acondicionado a disposición del usuario, así como la emisora que él –y no el chofer- quiera escuchar y hasta la posibilidad de cargar el celular o utilizar internet en la cabina; sin mencionar además la seguridad de quién es la persona que lo transportará, su foto y su nombre, la placa del vehículo, y el recorrido registrado por GPS, son los elementos diferenciadores, motivo, se quiera o no, de la preferencia del usuario hacia Uber. Para colmo de bienes – y no de males – los viajes cortos son premiados con incentivos de Uber, lo que motiva a sus conductores a dar el servicio, así sea por 100 metros o 100 kilómetros. 
Si lo vemos desde el ángulo de un mejor servicio de a bordo, de tarifas muy económicas, la seguridad mutua y del chineo - como decimos los ticos- y le sumamos que resuelve problemas de desempleo, sub empleo y su proyección de la economía en la sociedad, Uber solo puede ser una relación de ganar – ganar. Gana el usuario o cliente, gana el conductor Uber, gana la sociedad. A esto en redes sociales se le ha conocido como el #Uberlove. 
Debemos buscar la forma en la que, gobierno y empresa, se pongan de acuerdo, y como siempre: si la mayoría de la llamada “Fuerza Roja” decide revolucionar y demostrar que si se puede mejorar a Uber incluso, será a final de cuentas la ciudadanía, la que tenga la libertad de escoger el servicio que quiera, como debe ser. 
Para ello no es necesarioa la violencia, ni apedrear carros, ni cerrar vías, ni amenazar el proceso democrático, ni amedrentar propietarios de vehículos o a sus ocupantes. 

Entre tanto, parafraseamos a Shakespeare: ¿Uber o no Uber, esa es la cuestión? 
Sus palabras siguen siendo inspiración, ante el arrebato de la violencia, a lo mejor una tormenta muy diferente pero igual de caprichosa que aquella tarde invernal en la París del 2008: 
“Ser o no ser, ésa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia?” 

* Ser o no ser: primera línea de un soliloquio de la obra de William Shakespeare Hamlet (escrita alrededor de 1600), en el acto tercero, escena primera. 

Lic. José Rodolfo Ibarra B. Periodista
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