miércoles, 29 de febrero de 2012

Más allá de una Picarita

En días pasados el Ministerio de Educación Pública anunció a lo largo y ancho del territorio nacional, que al menos este año la dieta de los escolares ya no sería el típico paquete de galletas, el juguito o la leche en cajita, ni mucho menos la empanada, el gallo de salchichón o la nunca despreciable hamburguesa, aunque fuera hecha en casa o en la pulpería misma, ni qué decir de la soda interna de la escuela.

Los gloriosos días del Balcón de los Triglicéridos, o del Palacio del Colesterol o de La Princesa Diabética habían terminado. La salud se campea radiante en los pasillos de escuelas y colegios de Costa Rica.

Pero, ¡ALTO!, un momento... aquí pasa algo.
Todos los llamados “productos prohibidos”, antes conocidos como comidas chatarra o ricas … en grasas y azúcares, ya no se venden dentro de los centros educativos es cierto, pero, ¿y qué hay de las ventas callejeras o informales, muchas pegadas a las mallas de estos centros donde al estilo pirañístico los jovenzuelos se arremolinan y entre gritos, patadas y manotazos (como decía un buen amigo ya en manos de Dios) lograban el trofeo de comprar, a sobre precio por cierto, lo que ya no venden en la soda de la escuela?

Es aquí justo donde ya me cuestiono, y no lo hacía antes, si la medida del MEP fue la más correcta o no (¿?), o si fue completa o incompleta, o si fue necesaria o innecesaria, o en el mejor de los casos, ¿si esta medida debió o no darse?

Regulaciones que dicho sea de paso han sido suficientemente cuestionadas tanto por los sodaconcesionados, primeros y más afectados con la medida, como por parte de nutricionistas expertos en el tema, y por la misma Cámara de Expendedores de Alimentos, para quienes la medida fue irracional.

¿No se habrá limitado, restringido o afectado al que paga la Caja de Seguro Social, el permiso de la escuela, la compra directa al fabricante, y abierto el portillo al mercado informal, al que no cuenta con permisos de salud, patentes y a lo mejor no sabe de manipulación de alimentos?

El azúcar es la fuente de energía número uno por excelencia y es la primera que se elimina en la lista de “productos prohibidos”, las frutas por antonomasia portadoras de azúcares, y la leche por su pecado graso son otros de los que, al igual que los vende drogas, se quedarán por fuera de la malla.

Creo que sería bueno un replanteamiento de la medida, que no digo que sea mala, que permita primero, una mayor educación en la materia tanto para los pequeños como para los padres de familia, a final de cuentas responsables de la educación de sus hijos y cajeros automáticos de los chiquillos que compran en las afueras, y segundo, un estudio previo en conjunto con los docentes y productores de estas comidas con el fin de establecer, en conjunto, una dieta ya no digamos balanceada, pero si orientada, a una forma más sana de vida.

Por último, lo que se llegue a prohibir debe ser tratado igual que la patente de alcohol, a cien metros del centro educativo, sino ¿qué sentido tiene?

Cierro diciendo: cómo diría una colega: no sé... digo yo... digo yo... no sé.

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